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No sé en qué momento, solo pasó

  • Foto del escritor: Ana Karen
    Ana Karen
  • 22 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

Hablemos de ese sentimiento que todos buscamos, pero a veces nos da miedo aceptar.


Aún no sé cuántas decisiones tuve que tomar antes de llegar a ese día en el que te vi por primera vez. ¿Alguna vez te has preguntado cuáles fueron todas aquellas que nos llevaron hasta donde estamos? En mi cabeza podría contar unas tres o cuatro, pero estoy segura fueron muchas más. Lo que no sabía, era que en algún punto de mi vida otras decisiones me llevarían a donde estoy hoy.

Hoy lo único que recuerdo es ese día en el que te vi y no pensé nada, no sentí nada… éramos dos personas que se cruzaban como se cruzan miles todos los días.
Julio Cortázar

Tú y yo entre tanta gente

Me parece fascinante como entre tantas personas uno puede fijarse solo en los pasos de una, como sigues su caminar con la vista, como si eso fuera suficiente para pensar que estás acompañando su camino.

Aunque en tu cabeza ya han pasado varias cosas, llega un día en el que por fin algo más pasa, llega ese día en el que por fin le hablas, por fin cruzan miradas, por fin contesta tu historia, por fin se escriben y se convierten en algo.

Algo que no sabes qué es pero sabes que quieres que sea, porque en tu cabeza, hace mucho que dejó de ser una persona desconocida.

Y no hay una regla

Aunque todo el mundo pase una vida buscando respuestas y recetas para saber ser el balance perfecto entre insistente pero no intenso, entre paciente pero no pasivo, entre interesante pero no frío, entre simpático pero no payaso, entre tranquilo pero no aburrido, en fin… nos pasamos horas pensando cuáles serán las mejores palabras para que en una frase la otra persona entienda todo lo que llevamos dentro, eso que ni nosotros nos atrevemos a decir en voz alta, pero esperamos que como por arte de magia y el divino poder del coqueteo se de a entender perfecto.

Frases de amor

Y qué lindo es el coqueteo

Qué lindo ese momento en el que has cruzado esa línea de decir un simple hola y comienza el jugueteo, ese ir y venir, ese estire y afloje, para que una vez más, uno no caiga en la intensidad o el desinterés, como si no cayéramos en eso cada vez que sobrepensamos las cosas.

Y ahí estás, hablando de madrugada, porque no sé qué tienen esos minutos que nos invitan a ser más sinceros, más reales, más valientes…

Y ahí estás, viendo a cada rato el celular a ver si ese mensaje que te llegó es de esa persona, escuchando el sonido de la vibración aunque solo sea tu cabeza y tus expectativas de lo que dirá…

Y ahí estás, cambiando un poco tu forma de vestir, de peinar y exagerando un poco con el perfume, porque si de algo se ha de acordar, ojalá sea de lo rico que olía en ese saludo, ese abrazo y esa despedida…

Y ahí estás, metiéndote una y otra vez a su perfil, como si fuera manda, porque no necesitas ningún recordatorio para hacerlo, se vuelve algo mecánico…

Y ahí estás, intentando ir con calma, con un paso a la vez, pensando que no sabes qué pasará por querer vivir el presente, porque no te atreves a contarte que tu ya tienes un plan a largo plazo…

Y ahí estás, sonriendo inconscientemente cada vez que ves una notificación de esa persona, no importa si es tan solo un meme, es que todo pareciera una señal…

Y ahí estás, dándote cuenta que ya no hay vuelta atrás, que da igual si es una decisión racional, porque lo único que quieres es dejarte llevar.


Así es… Te estás enamorando.

Y tu... ¿Recuerdas el momento en el que te atreviste a decir “me estoy enamorando”?

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